Aquel sábado amaneció despejado. Las lluvias se habían marchado y toda la aldea de Boayase por fin podía disfrutar de su tierra sin tener que cobijarse por la fuerza de los monzones. La lluvia siempre era motivo de alegría, aunque no para todos. Algunos perdían sus casas cada año, pero pronto la levantaban de nuevo, siempre con la ayuda de los vecinos. Boayase no había existido siempre, pues sus habitantes eran nómadas que habían venido de la zona norte de Ghana huyendo de la sequía y de la falta de agua. Por desgracia Boayase también comenzaba a vivir esa situación desde el año 2020. Sin embargo, y gracias a una comunidad volcada y a la ayuda de la ONG española, Bonwe, se estaba consiguiendo revertir. Desde principios de mayo, los trabajadores del pozo estaban construyendo la base para el depósito del tanque y la instalación de las tuberías, la depuradora del agua y las fuentes. El esfuerzo unánime de todos estaba dando sus frutos y el 11 de mayo por fin se conseguía excavar la tierra y prepararla para la instalación de las tuberías, que darían suministro a los pilares construidos alrededor del depósito de agua, a través del cual llegaría a las fuentes de Boayase. Todo era alegría, especialmente para los niños y niñas que dejarían de recorrer los largos 6 kilómetros que les separaba del río al que habían tenido que ir a recoger agua en los últimos meses. Sule y Jasira ayudaban a su madre a recoger la casa, mientras su hermano Jasir trabajaba con su padre y su tío en el campo de cultivo del maíz. El agua ayudaría a la agricultura, consiguiendo un excedente que podrían vender en los mercados de las zonas. El verano llegaría pronto y con él las largas jornadas de cultivo y recogida del maíz. A los pequeños les encantaba, pues pasaban horas entre las plantas, recorriéndolas y saboreándolas. No tenían la pesada carga que llevaba su hermano Jasir, que trabajaba de sol a sol todo el año para ayudar a sus padres. Pero pronto nacerían nuevas oportunidades si el agua se instalaba de manera definitiva en Boayase. - ¿Qué vamos a hacer hoy mamá?- preguntó Sule mientras recogían la ropa que había tendido su madre el día anterior. -Podríamos aprovechar el buen tiempo y dar un largo paseo por el camino que conecta con el pueblo vecino. ¿Qué os parece? - Jajaja, cambiamos ir a buscar agua por un paseo de la misma distancia. ¡Nooooo! ¡Yo quiero hacer otra cosa mamá!- exclamó Jasira - Yo prefiero que nos quedemos aquí, en casa o en la calle, pero no me apetece pasear, ¿porque no hacemos algún juego?- propuso Sule - Si, si vamos a hacer algún juego- le animó Jasira - Está bien, está bien- les contestó Sarabi. Veamos… ¿qué podríamos hacer?... ¡Ah, si! Ya se me ha ocurrido una idea. ¿Os gustaría que hiciéramos muñecos con los restos de los materiales que siempre quedan en la escuela? Los niños se quedaron pensativos, pues no sabían a qué se refería su madre. Era sábado y normalmente la escuela permanecía cerrada, aunque se daban casos en los que las puertas se abrían para aquellos niños que se quedaban solos si sus padres viajaban por motivos de trabajo. Sabían que había un espacio en una de las aulas donde se acumulaban restos de materiales que los más pequeños habían desechado después de hacer manualidades. - ¿Está abierta la escuela hoy?, creo que Agyei no nos dijo nada- dijo pensativa Jasira. - Hoy la abren por la tarde para que las familias que dejaron cosas de sus casas guardadas por los monzones vayan a recogerlas. Creo que sería buen momento para ir a por algunos de esos materiales y ver qué podemos hacer con ellos. - Genial mamá, pues luego iremos entonces a por ello-contestó Sule Al caer la tarde, recogieron los materiales que les proporcionó Agyei, con quien Sarabi tenía muy buena relación, para hacer los muñecos prometidos. Los niños no sabían por dónde empezar, pues ninguno de los dos era muy mañoso, pero aprovecharon para llamar a Naki, para que les ayudara. - Naki, ¿nos ayudas a hacer muñecos con estos materiales?
- Claro que sí, tengo tiempo. Hoy Berko tiene que ayudar a su padre y me ha dicho que nos vemos mañana, así que tengo tiempo para estar con vosotros. - Seguro que entre los cuatro se nos ocurre alguna forma para crearlos- les dijo con dulzura Sarabi. En esas cabecitas hay ideas, sólo hay que materializarlas. Y así, de la nada, empezaron a juntar trocitos de tela, de latón y cuanto tenían y empezaron a crear sus primeros muñecos, o más bien muñecas. Les pintaron ojos y boca con un rotulador y les dieron vida. - Las llamaremos…¡Minibonwe! - dijo Naki - ¿Minique…? - preguntó Sule - Minibonwe melón - que es el diminutivo de la ONG que ha permitido que el pozo se construya. Nos lo contó Agyei a Berko y a mi primero. Nos dijo que llevaban mucho tiempo haciendo actividades, eventos y recaudando fondos para conseguir el presupuesto para la construcción del pozo. ¡Qué menos! - Pues me parece una idea estupenda- contestó Sarabi, ¡Minibonwe serán! - Las podríamos enseñar el lunes en clase- añadió Jasira -¡Si, si! seguro que a Agyei le encanta la idea, e incluso podríamos venderlas en algún mercadillo- exclamó Naki. Y así pasaron la tarde, entre risas, los cuatro creando muñecos Minibonwe.
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Autores- Elena Marticorena (responsable de #equipocomunicación de #bonwe. Archivos
Junio 2023
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