Aquel sábado amaneció despejado. Las lluvias se habían marchado y toda la aldea de Boayase por fin podía disfrutar de su tierra sin tener que cobijarse por la fuerza de los monzones. La lluvia siempre era motivo de alegría, aunque no para todos. Algunos perdían sus casas cada año, pero pronto la levantaban de nuevo, siempre con la ayuda de los vecinos. Boayase no había existido siempre, pues sus habitantes eran nómadas que habían venido de la zona norte de Ghana huyendo de la sequía y de la falta de agua. Por desgracia Boayase también comenzaba a vivir esa situación desde el año 2020. Sin embargo, y gracias a una comunidad volcada y a la ayuda de la ONG española, Bonwe, se estaba consiguiendo revertir. Desde principios de mayo, los trabajadores del pozo estaban construyendo la base para el depósito del tanque y la instalación de las tuberías, la depuradora del agua y las fuentes. El esfuerzo unánime de todos estaba dando sus frutos y el 11 de mayo por fin se conseguía excavar la tierra y prepararla para la instalación de las tuberías, que darían suministro a los pilares construidos alrededor del depósito de agua, a través del cual llegaría a las fuentes de Boayase. Todo era alegría, especialmente para los niños y niñas que dejarían de recorrer los largos 6 kilómetros que les separaba del río al que habían tenido que ir a recoger agua en los últimos meses. Sule y Jasira ayudaban a su madre a recoger la casa, mientras su hermano Jasir trabajaba con su padre y su tío en el campo de cultivo del maíz. El agua ayudaría a la agricultura, consiguiendo un excedente que podrían vender en los mercados de las zonas. El verano llegaría pronto y con él las largas jornadas de cultivo y recogida del maíz. A los pequeños les encantaba, pues pasaban horas entre las plantas, recorriéndolas y saboreándolas. No tenían la pesada carga que llevaba su hermano Jasir, que trabajaba de sol a sol todo el año para ayudar a sus padres. Pero pronto nacerían nuevas oportunidades si el agua se instalaba de manera definitiva en Boayase. - ¿Qué vamos a hacer hoy mamá?- preguntó Sule mientras recogían la ropa que había tendido su madre el día anterior. -Podríamos aprovechar el buen tiempo y dar un largo paseo por el camino que conecta con el pueblo vecino. ¿Qué os parece? - Jajaja, cambiamos ir a buscar agua por un paseo de la misma distancia. ¡Nooooo! ¡Yo quiero hacer otra cosa mamá!- exclamó Jasira - Yo prefiero que nos quedemos aquí, en casa o en la calle, pero no me apetece pasear, ¿porque no hacemos algún juego?- propuso Sule - Si, si vamos a hacer algún juego- le animó Jasira - Está bien, está bien- les contestó Sarabi. Veamos… ¿qué podríamos hacer?... ¡Ah, si! Ya se me ha ocurrido una idea. ¿Os gustaría que hiciéramos muñecos con los restos de los materiales que siempre quedan en la escuela? Los niños se quedaron pensativos, pues no sabían a qué se refería su madre. Era sábado y normalmente la escuela permanecía cerrada, aunque se daban casos en los que las puertas se abrían para aquellos niños que se quedaban solos si sus padres viajaban por motivos de trabajo. Sabían que había un espacio en una de las aulas donde se acumulaban restos de materiales que los más pequeños habían desechado después de hacer manualidades. - ¿Está abierta la escuela hoy?, creo que Agyei no nos dijo nada- dijo pensativa Jasira. - Hoy la abren por la tarde para que las familias que dejaron cosas de sus casas guardadas por los monzones vayan a recogerlas. Creo que sería buen momento para ir a por algunos de esos materiales y ver qué podemos hacer con ellos. - Genial mamá, pues luego iremos entonces a por ello-contestó Sule Al caer la tarde, recogieron los materiales que les proporcionó Agyei, con quien Sarabi tenía muy buena relación, para hacer los muñecos prometidos. Los niños no sabían por dónde empezar, pues ninguno de los dos era muy mañoso, pero aprovecharon para llamar a Naki, para que les ayudara. - Naki, ¿nos ayudas a hacer muñecos con estos materiales?
- Claro que sí, tengo tiempo. Hoy Berko tiene que ayudar a su padre y me ha dicho que nos vemos mañana, así que tengo tiempo para estar con vosotros. - Seguro que entre los cuatro se nos ocurre alguna forma para crearlos- les dijo con dulzura Sarabi. En esas cabecitas hay ideas, sólo hay que materializarlas. Y así, de la nada, empezaron a juntar trocitos de tela, de latón y cuanto tenían y empezaron a crear sus primeros muñecos, o más bien muñecas. Les pintaron ojos y boca con un rotulador y les dieron vida. - Las llamaremos…¡Minibonwe! - dijo Naki - ¿Minique…? - preguntó Sule - Minibonwe melón - que es el diminutivo de la ONG que ha permitido que el pozo se construya. Nos lo contó Agyei a Berko y a mi primero. Nos dijo que llevaban mucho tiempo haciendo actividades, eventos y recaudando fondos para conseguir el presupuesto para la construcción del pozo. ¡Qué menos! - Pues me parece una idea estupenda- contestó Sarabi, ¡Minibonwe serán! - Las podríamos enseñar el lunes en clase- añadió Jasira -¡Si, si! seguro que a Agyei le encanta la idea, e incluso podríamos venderlas en algún mercadillo- exclamó Naki. Y así pasaron la tarde, entre risas, los cuatro creando muñecos Minibonwe.
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Nunca una comunidad rural estuvo tan unida como esos días en Boayase. La semana que siguió a los primeros brotes de agua de la tierra, reunió en la zona de la instalación de la fuente, a mujeres y niños de todas las casas. Todas las garrafas se llenaban cada día para disfrutar de la ansiada agua, tan necesaria en Boayase. Las mujeres, sentadas, filtraban manualmente el agua para su consumo, a la espera de la instalación de la depuradora. El 2 de mayo, tras la pre-instalación del tanque de almacenaje, y de la propia depuradora, los vecinos de la comunidad comenzaron a saciar su sed como hacía meses que no podían. El ambiente, siempre árido y con olor a tierra y a polvo, parecía humedecerse por momentos, a pesar de no estar en la época de los monzones. Y es que en Boayase nunca existió el término medio en la temperatura ni en la humedad. La larga temporada de sequía, con la consiguiente desaparición del agua de los ríos, podía dar paso a las inundaciones provocadas por los monzones. Y aunque este fenómeno meteorológico había existido en Boayase desde que la persona más longeva de la comunidad recordase, con el cambio climático se había acentuado. Más sequía y más lluvia. Más extremo. Al atardecer, mientras los trabajadores recogían las herramientas con las que habían cimentado la base para el almacenamiento del tanque, la abuela Beth se había sentado con los mellizos, Sule y Jasira a contarles una historia, precisamente un día en el que el monzón estaba en su máximo esplendor. - Os voy a contar una historia que sucedió hace muchos años, tantos casi como recuerda mi memoria- les empezó a narrar la abuela Beth a los niños. - ¿Qué pasó abuela?- preguntó Jasira, siempre tan curiosa. - Cuando yo era pequeña, y apenas había niños en la aldea, recuerdo que una tarde, al acabar las clases, mis padres me vinieron a recoger a la escuela para llevarme rápido a una casa-refugio. -¿Que es una casa-refugio?- preguntó de nuevo Jasira - Una casa en la que nos resguardábamos los más pequeños en las épocas de monzones, cuando las fuertes lluvias podían incluso tumbar las casas. Los mayores, y sobre todo los hombres, recogían palos y cualquier material que tuvieran a mano para anclar bien las casas, hacer topes para que no se destruyeran. Aún así, por nuestra seguridad, a los niños nos llevaban a una casa que habían construido en un punto donde los vientos eran más calmados y los árboles frenaban las lluvias. - ¡Yo no recuerdo nada así!- exclamó Sule - Vosotros no habéis vivido ningún día tan malo, a pesar de que los monzones han ido a peor, pero en general llueve más tiempo pero no de forma tan brusca. A vuestros padres siempre les ha dado tiempo a reforzar la casa y por ahora, en los últimos años no ha pasado nada malo. Pero aquel día que os estoy contando, nunca ví tanta agua caer, ni el viento soplar tan fuerte. Tuve mucho miedo. Los mellizos se acercaron a abrazar a su abuela, que con tanta dulzura les narraba la historia. - ¿Y qué pasó?- preguntó Sule, expectante por saber el final de la historia. - Recuerdo que me acerqué a dos compañeros del colegio, que también estaban en el refugio, para no estar sola. Os he contado que éramos pocos niños porque mis padres, vuestros bisabuelos, fueron de los pocos que sobrevivieron a una enfermedad que exterminó a dos terceras partes de Boayase. Le llamaban el virus de Marburgo y dejó a Boayase con muy poca población. Bueno pues estos compañeros, cuyos padres también habían sobrevivido, tenían casi tanto miedo como yo, y como forma de olvidarnos de lo que estaba pasando fuera, empezamos a inventar historias. Pero no cualquier historia, sino deseos que queríamos que pasaran y que contábamos como si ya hubieran sucedido. Mi historia fue la construcción de un pozo aquí, en la aldea. - ¿Un pozo como el que están construyendo ahora?- preguntaron a la vez los mellizos, que se miraban atónitos. - ¡Si!- yo imaginé este día, y lo convertí en una historia. Los monzones continuaban pero ya no nos ponían en peligro, la sequía continuaba y los ríos se secaban. La comunidad crecía y yo creaba mi propia familia. Aún no sabía que uno de esos compañeros, con el que había compartido mi historia, sería mi marido, vuestro abuelo. Soñé para olvidar que una fuerza exterior conseguía el dinero y los recursos para construir un pozo. ¡Pero lo que es más importante! Soñé que había agua esperándonos bajo la tierra, y ahora está ya aquí.
- ¡Es increíble abuela!- exclamó Jasira - Espero que el cuento os sirva para tener siempre esperanza, por muy difícil que sea todo. El pozo será una realidad muy pronto y nunca antes lo habríamos imaginado. Soñad grande y se cumplirá. Pero no dejéis de esforzaros. - Así haremos abuela- dijeron sus nietos al unísono. Sule y Jasira se acostaron pronto, contentos, pensativos y soñadores, cada uno con sus ideas en la cabeza. ¡Ojalá pronto se hicieran realidad! Cristina Mesa y Pablo Navarro han sido nuestros primeros voluntarios de larga duración en Ghana. Un proyecto piloto antes de que la ONG Bonwe fuera reconocida como Agente de Cooperación al Desarrollo Internacional por la AACID (Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo) el pasado 19 de diciembre de 2022. Su viaje de cuatro meses a Ghana, donde gracias a una beca del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, han trabajado en la embajada de Accra (Ghana), les ha permitido conocer los dos poblados en los que desarrollamos nuestros proyectos: Onwe y Boayase. El 7 de octubre de 2022, Cristina y Pablo viajaron desde Accra hasta Kumasi recorriendo 240 kilómetros, para acercarse a los poblados de Onwe y Boayase, y poder alojarse más cerca del destino de su visita. El lamentable estado de las carreteras no facilita la cercanía de los pueblos y aldeas rurales, que en muchas ocasiones no están ni geolocalizados en el mapa. El 8 de octubre, tras su visita a los pueblos de Onwe y Odaho, Cristina y Pablo conocieron por fin Boayase. El traslado no hubiera sido posible sin la inestimable ayuda y compañía de Agyei, presidente de la contraparte de la ONG en Ghana (NGO Bonwe Ghana), y de Thomas, amigo de Agyei, y conductor del todoterreno que les llevó hasta Onwe y Boayase. “Boayase es uno de los poblados rurales que en peores condiciones hemos visto” explican Cristina Mesa y Pablo Navarro. El poblado, que se encuentra entre los poblados de Sekodumase y Bemi, pertenece a la Región de Ashanti, al norte de Kumasi, que es la zona o distrito al que pertenece Boayase. “Hay que tener en cuenta que Boayase no es un pueblo como tal, sino un asentamiento. Sus habitantes vienen del norte, de pasar dificultades con los cultivos, entre otras cosas por el cambio climático. Poco a poco la comunidad fue creciendo y las familias crearon pequeñas granjas. Sin embargo no es fácil localizarlo en el mapa, y nosotros como ONG tuvimos que geolocalizarlo vía satélite, porque no está registrado en ningún lugar como pueblo” explica Inma S. Robles, presidenta de la ONG Bonwe España. Sed de vida: construcción de un pozo en BoayaseEl proyecto “Sed de Vida” para la construcción de un pozo de energía fotovoltaica en Boayase responde a la necesidad de la falta de agua (y de agua potable) en la comunidad. Agyei Darko planteó como emergencia sanitaria la construcción de un pozo porque desde abril de 2021 el río se había secado. “Nos contó que hacía veinte años que no sucedía, pero a partir de abril de 2021 los habitantes de Boayase se vieron obligados a recorrer 6 kilómetros por la mañana y 6 por la tarde para recoger agua del río más cercano. Además de la larga distancia, las condiciones de potabilidad del agua eran inexistentes” recalca Inma S. Robles. “Es increíble lo poco que nos damos cuenta de la facilidad que tenemos para abrir un grifo y que salga agua. Para beber, cocinar, lavarnos, etc. Ellos no lo tienen y pasan sed” explica Cristina Mesa. “Después de la construcción del pozo su vida ha cambiado por completo, al poder tener agua a escasos metros de la puerta de su casa” añade. Sin embargo, aún hay algunos retos que cumplir en este proyecto, como el análisis de la calidad del agua. “Lo que bebían antes estaba lleno de parásitos y desde la instalación del pozo Agyei reconoce que nadie se ha puesto malo, pero aún hay que hacer un estudio de los sedimentos que tiene el agua que se extrae” indica la presidenta de la ONG Bonwe Ghana. Y es que aunque el sistema inmunitario de sus habitantes está acostumbrado a la ingesta de agua con ciertos parásitos, la realidad es que cuando los voluntarios se desplazan a estas zonas, se les indica que no beban agua que no esté embotellada. “Las pastillas potabilizadoras o hervir el agua no sirve en todos los casos y algunos parásitos pueden llegar a generar infecciones que arrastres toda la vida o que acaben con ella. Sobre todo porque no estamos acostumbrados. Es muy importante viajar a estos países vacunado, tomar todas las medidas de precaución posible y observarse una vez regreses a tu país de origen por si se manifiestan síntomas anómalos en la salud” concluye Inma S. Robles. Otro de los retos es conseguir extraer la cantidad aproximada de 5.200 litros diarios de agua, que se estimó para el correcto bienestar de la comunidad de Boayase. Hasta la fecha se calcula que se extraen unos 3.700 litros, que se destinan para la comida y bebida de sus habitantes, por lo que se aprovecha la recogida fluvial de los tejados en grandes bidones para los cultivos y para dar de beber a los animales. Esto se puede hacer en la época de monzones. Próximos retos en la comunidad rural“Agyei cree que la siguiente prioridad es la recaudación de fondos para crear granjas de cultivos, para que los habitantes de Boayase coman, pero también para vender los productos a otras comunidades” explica Inma S. Robles. Sin embargo, Cristina Mesa y Pablo Navarro coinciden en la falta de baños para una correcta higiene. “No hay baños en la escuela ni en las casas, solo uno en la calle y son cuatro palos de madera” comenta Pablo Navarro. “Habría que instalar varios baños de obra, con sus lavabos y duchas, y separarlos por sexo, sobre todo por los tabús que hay con la menstruación femenina” añade la presidenta. Otro de los retos es establecer una base de la ONG en Ghana donde los voluntarios puedan trabajar y desplazarse más fácilmente a cualquiera de los poblados en los que trabajamos. Las carreteras y el acceso a internet dependen completamente del Gobierno, por lo que se hace tan necesario que los voluntarios puedan alojarse y trabajar en un lugar bien comunicado, con todas las garantías y comodidades mínimas para su estancia. “Kumasi está a unas 7 horas de Boayase y creo que sería la zona perfecta para alojarse” indica Pablo Navarro.
En Ghana les esperan con los brazos abiertos en su próxima visita, que esperamos sea más pronto que tarde. ¡Gracias por vuestra implicación en la ONG Bonwe! Sarabi Asare, esposa de Zareb y madre de Jasir, Naki, Sule y Jasira, es una mujer muy alta, de cabello casi ausente y grandes ojos topacio. Viste largos vestidos estampados, generalmente en tonos cálidos y brillantes, por hacer juego con sus ojos y su sonrisa. Tiene la piel aceitunada, más clara que el resto de su familia y una hilera de dientes perfectos y saludables, herencia de su madre Elizabeth. Trabaja con su marido y su cuñado Dakari en una explotación agrícola, donde cultivan maíz, y su piel muestra ya, especialmente en las manos, los signos del trabajo de campo. Pero su belleza se mantiene intacta, como suspendida en el tiempo, y le permite seguir luciendo sus pocos adornos con la misma gracia de hace dieciséis años, los mismos que tiene su hijo mayor. Podría haberse casado con el hijo de alguno de los jefes de la aldea, pues su familia había conseguido reunir algún dinero y Sarabi solo tenía un hermano que años antes se había marchado a Accra. Elizabeth y su marido le habían enviado para que estudiase, consiguiera un buen trabajo y ayudara a la familia desde allí. Los planes con su hija pasaban por casarla con el mejor partido posible, a tenor del poder adquisitivo de su familia y la posibilidad de que el novio, aún presente en la cultura ghanesa, pagara un buen precio por el casamiento con Sarabi. Aunque no estuviese escrito, la belleza de una joven podía determinar sus opciones. Zareb y Sarabi se casaron con veinte y diecinueve años respectivamente, cuando en sus paseos al río, que aún circulaba en Boayase, se conocieron recogiendo agua. Seis meses después del primer encuentro, sus familias les prometían para casarse esa misma primavera. Un año después nacía Jasir, su primogénito. Naki llegaba siete años después y los mellizos al poco de su hermana echar a andar sola. Solo les separaba un curso en la Alhmadyya Basic School de Boayase y eso hacía que siempre estuvieran juntos. Naki era muy trabajadora y buena estudiante y sus hermanos algo más traviesos y por eso, aun sin quererlo, ejercía de “hermana mayor”. Sus padres no podían estar más orgullosos de la familia que habían creado, y cada mañana, cuando Sarabi les despertaba para desayunar, lavarse (cuando podían) e ir al colegio, lo hacía con tanta dulzura que apenas conseguía que se levantaran. Pero aquellos días, con la agitación por la construcción del pozo, se levantaban como un resorte para ver los avances en su aldea. El 25 de abril, fecha marcada en su retina, los trabajadores consiguen instalar la bomba eléctrica para drenar el agua y extraerla a la superficie. Por fin, el primer chorro de agua, tan esperado por todos, comienza a brotar. Las mujeres, y algunas niñas, se acercan con las garrafas para recoger agua. No es apta para el consumo, pero sirve para lavarse, dar de beber a los animales, cocinar y regar los cultivos. - ¡Mamá, mamá! queremos ir contigo a recoger agua- exclamaba Sule desde su habitación, donde hacía las tareas que le habían mandado en la escuela. - ¡Yo también quiero mamá!- se unió Jasira. Todo el mundo estará allí, y no quiero perdérmelo. -¡Chicos, chicos!- les tranquilizo Sarabi- habrá muchos días, y ahora mismo hay poco espacio para que podamos ir todos. Además tenéis que estudiar porque tenéis exámenes y es importante que terminéis el colegio con buenas notas. Algún día podréis estudiar fuera, por ejemplo en Accra, como hizo mi hermano. Por eso, es importante que intentéis concentraros… -Ya mamá pero…. - ¡Sh!- ya está dicho niños. Si acabáis de estudiar y las tareas podréis venir, pero mientras tanto aquí quietos y pegados a la silla. No os olvidéis que vuestro hermano Jasir nos ayuda todas las mañanas en el cultivo. Él no ha podido estudiar porque le necesitábamos para el trabajo. Vuestra hermana Naki y vosotros…si demostráis que lo mereceis…algún día podréis viajar, conocer otros sitios, estudiar, y tener un buen trabajo. Yo solo quiero lo mejor para vosotros. Os quiero mucho y sois lo más importante para mi. Los mellizos se miraron y sonrieron. Siguieron sus tareas y estudiaron concentrados para poder ir a última hora de la tarde al centro de la aldea. No consiguieron llenar ninguna garrafa porque las familias se amontonaban, como bien había dicho su madre. Sabían que tarde o temprano se normalizaría y podrían ir a recoger agua como si fuera algo habitual y normal. Pero ese día, un gran día, era la novedad en Boayase, y los estudios habían dirigido sus tiempos. Se durmieron contentos y pensativos, pues algún día, como había dicho su madre, quizá podrían dejar Boayase atrás y emprender una nueva vida. Pero aún faltaban algunos años, y lo único que les podía quitar el sueño eran los exámenes de esa semana. Cerraron los ojos, casi al mismo tiempo, y se concentraron en descansar. Una nueva aventura les estaba esperando muy pronto. - ¡Ya vienen, ya vienen!- gritó Jasira desde el salón de la casa de la familia Asare. - ¿Quién viene Jasira?- contestó con los ojos medio cerrados Sule, su hermano mellizo. No sé cómo te levantas con tanta energía- recalcó mirando atónito a su hermana, que ya se asomaba por una de las pequeñas ventanas que daban al centro de la aldea de Boayase. - ¡Los camiones Sule!. Hoy es el gran día, van a empezar a construir el pozo. ¡Tendremos agua muy pronto! ¡Hurra! - ¿A qué viene tanto alboroto?- preguntó su madre- vais a despertar a vuestra abuela que ayer se acostó muy tarde consolando a vuestra hermana Naki. Por lo visto el perrito de su mejor amigo, ¿sabéis quien os digo?, el perro de Berko, Francis, se ha puesto malito y lleva dos días que no quiere comer y apenas se levanta. Tiene un disgusto la pobre… - Lo siento mamá, pero es que hoy empiezan a construir el pozo. Mira allí, vienen los camiones por el camino de tierra, y están parando en el centro- contestó Jasira. - ¡Anda!, no sabía cuándo empezaría la construcción, y parece que va a ser mucho más pronto de lo que pensábamos. Pero tardarán unos días en encontrar agua, seguramente, así que esta tarde os vais con vuestra hermana a por el agua a la aldea vecina, como siempre hace ella. Que está muy triste y esta mañana ya ha ido vuestro hermano Jasir, así que os toca acompañarla. - Vale mamá, así haremos- contestó Sule. El resto de la comunidad de Boayase también se había asomado por puertas y ventanas, para ver como los camiones se acercaban hasta el centro. La construcción del pozo era inminente, una realidad, gracias a la donación realizada por la ONG Bonwe España el 12 de abril de 2022. Con la transferencia del dinero (conseguido por los donantes de Irlanda, Suiza y España, venta de artesanía Bonwe y eventos en España y Ghana) a la cuenta de la contraparte en Ghana, la NGO Bonwe Ghana, se había puesto en marcha para que la empresa encargada de la construcción del pozo comenzara las obras. Por desgracia, aunque los vecinos de Boayase recibieron a los camiones con gran alegría por la premura de su llegada, la verdad es que los Presidentes de las ONG en España (Inma) y en Ghana (Agyei), habían tenido que optar por la segunda empresa que había postulado por hacer el proyecto, porque la primera, más económica, se había echado para atrás en el último momento. - ¿Qué vamos a hacer?- preguntó Agyei a Inma en una reunión improvisada, que tuvo que celebrarse vía teléfono por la falta de recursos tecnológicos y de acceso a internet. - Tenemos la opción de que la segunda empresa que teníamos en la recámara, y que nos había presupuestado en un coste un poco más alto, se haga cargo. Lo malo es que no hacen el análisis del agua, tan importante para el proyecto. Pero creo que tenemos que comenzar y después ver si hacemos otro evento solidario para recaudar fondos o alguna nueva campaña- le respondió Inma. - Sí, eso sería genial, poder empezar cuanto antes, porque las familias ya lo necesitan- contestó Agyei. -Perfecto Agyei, pues comunícaselo y que se pongan en funcionamiento en cuanto sea posible. Y así el 21 de abril comenzaba la ejecución de la primera Fase del Proyecto “Sed de Vida” para lo que sería la construcción de un pozo de energía fotovoltaica. Con la llegada de los camiones y de la perforadora, comenzaron las obras en Boayase y ya nada volvió a ser lo mismo para la comunidad. Los niños se marcharon a la escuela. Naki, Sule y Jasira fueron juntos hasta encontrarse con Berko, que andaba cabizbajo por su perro Francis. - Parece que hoy está un poco mejor, pero aún le cuesta andar- les explicó a los chicos. - ¿Podemos ir a verle a la salida de la escuela Berko?, me encantaría verle- le respondió Naki. - Nosotros te esperamos en casa Naki, que mamá nos ha dicho que vayamos esta tarde a recoger agua contigo, así que no tardes- añadió Sule. - Solo será un momento chicos, enseguida voy a casa y vamos juntos a por agua, a ver si pronto podemos dejar de ir a recogerla y la obtenemos del pozo- añadió Naki. A la salida del colegio los mellizos se marcharon a casa, querían seguir viendo como avanzaban las obras. Media hora después llegó a casa Naki, más sonriente que esa mañana. -Parece que Francis se encuentra mejor, parece que ha podido ser algo que ha comido en mal estado. ¡Menos mal! Estaba muy preocupada -Cuanto me alegro hermanita- le respondió Jasira Al atardecer los camiones se marcharon y dejaron a la aldea con la increíble noticia de que en un solo día lo habían logrado. Lo habían conseguido. El acceso al agua se había realizado en menos de veinticuatro horas, y a partir de entonces comenzaría la construcción del pozo y pronto verían brotar las primeras gotas en la tierra. -¡No se si voy a poder dormir de la emoción ¡Sule!, ¡Sule!, ¿Sule?, ¿Estás despierto? ¿Cómo puedes dormirte en un momento así?- le preguntó su hermana desde la cama.
- ¿Pero cómo me voy a dormir contigo al lado pegando gritos todo el rato?. Mañana tenemos examen de matemáticas, así que descansa porque sino Agyei nos va a echar la bronca como no lo hagamos bien. - ¡Ay! Es que estoy emocionada…que ganas tengo de ver el pozo construido. Cuatro días tendrían que pasar para que la comunidad pudiera ver el primer chorro de agua. Pero esa es una historia que descubrirás en el Capítulo II. Desde 1997, cada 16 de Abril se conmemora el Día Internacional contra la Esclavitud Infantil, una fecha para reflexionar sobre el grave problema de la explotación laboral infantil en todo el mundo. La historia de Iqbal Masih En este día, recordamos a Iqbal Masih (1979-1995), un niño paquistaní que se convirtió en símbolo internacional de la lucha contra la esclavitud infantil. Iqbal fue vendido como esclavo a los cuatro años para saldar una deuda con su familia y pasó gran parte de su infancia trabajando en una fábrica de alfombras en condiciones inhumanas. Logró escapar a los diez años y comenzó a denunciar su situación y la de otros muchos niños en Pakistán, gracias a la ayuda que le prestó el sindicato Bhatta Mazdoor Mahaz (Frente de los trabajadores de ladrillos). Su creciente fama lo llevaría a dar charlas y recoger premios en países como Suecia y EE.UU, poniendo su vida tristemente en el punto de mira de aquellos a quienes su discurso molestaba. El 16 de Abril de 1995, Iqbal fue asesinado a los 12 años de edad mientras visitaba a su familia en su ciudad natal de Muridke. Su historia es un recordatorio del valor de la lucha por los derechos de los niños y de la importancia de continuar trabajando por un mundo libre de explotación infantil. La esclavitud infantil en el mundo Se calcula que aproximadamente 400 millones de niños y niñas en todo el mundo se ven forzados a trabajar en las peores condiciones laborales que existen. Estos menores son sometidos a trabajos peligrosos y degradantes que impactan negativamente en su salud y desarrollo. La esclavitud infantil se presenta en diversas formas de explotación, entre las cuales se incluyen:
Además, no hace falta irse demasiado lejos para tener noticias de estos abusos sobre los más vulnerables. La Policía Nacional española ha destapado esta semana en Granada una red de estafadores, acusados de engañar a familias de niños extranjeros con la promesa de convertirlos en futbolistas profesionales. Los acusados, que se presentaban como agentes, habrían ofrecido un programa de entrenamiento y un contrato con un equipo de fútbol español a cambio de grandes sumas de dinero. Sin embargo, después de recibir los pagos, los acusados habrían desaparecido sin cumplir con sus promesas. Los jugadores jóvenes que captaban, en su mayoría brasileños, no asistían a clases, vivían en condiciones de hacinamiento y con escasa comida. Además, no lograban regularizar su situación legal, lo que les llevaba a solicitar más dinero cada mes a sus familias, que se sumaba a los 5.000 euros iniciales entregados. En ONG Bonwe nos preocupan también los casos de explotación infantil documentados en Ghana y Senegal, dos de los países africanos con los que colaboramos. En Ghana, miles de niños siguen siendo utilizados diariamente como mano de obra infantil en las plantaciones de cacao y vertederos masivos. En Senegal, miles de niños son enviados a escuelas coránicas donde, en muchos casos, son sometidos a trabajos forzados, obligados a mendigar y trabajar para sus maestros. La esclavitud infantil obliga a los niños y niñas a asumir trabajos ilegales, peligrosos y degradantes, lo que los convierte en una población sumamente vulnerable. Por esta razón, es fundamental crear conciencia sobre esta problemática y exigir su erradicación. No podemos permitir que la infancia de millones de menores sea arrebatada de esta forma, y debemos trabajar juntos para proteger sus derechos y garantizarles un futuro digno y libre de explotación. ¿Qué podemos hacer en este día?
La esclavitud infantil es una problemática real y es por ello que debemos alzar nuestra voz y denunciar esta situación. Podemos utilizar las redes sociales para hacer un llamado a los gobiernos, empresas y organismos internacionales a fin de que atiendan con urgencia esta problemática, utilizando hashtags como #DíaMundialcontralaEsclavitudInfantil en nuestros mensajes. También podemos fomentar espacios de reflexión y diálogo personales sobre este tema, con nuestras familias y amigos. Si quieres aportar tu granito de arena, también puedes colaborar directamente con asociaciones y ONGs que se dedican a luchar por una infancia feliz y libre de explotación. La colaboración de personas comprometidas y dispuestas a hacer de este mundo un lugar más justo y habitable es esencial para erradicar la esclavitud infantil. ¡Anímate a trabajar por esta causa y contribuye a que ningún niño o niña pierda su infancia! Juntos podemos lograr un futuro mejor para ellos. "La artesanía tradicional es acaso la manifestación más tangible del patrimonio cultural inmaterial (Texto de la Unesco)". Para la ONG Bonwe, la figura de la persona u organización de personas dedicadas a la artesanía, cobra un valor de especial atención y mención, en un día en el que como hoy 19 de marzo, celebramos el Día Internacional del Artesan@ y al mismo tiempo el Día del Padre. Como hemos explicado en nuestro proyecto referente en artesanía, El Atelier de Bonwe, que forma parte de nuestros programas de desarrollo nacionales e internacionales, la definición más cercana que encontramos en la bibliografía pública de la profesión artesanal, es: “Persona que se dedica a crear, producir, transformar, reparar y restaurar bienes artísticos y de consumo no alimentarios, incluidos todos los servicios complementarios necesarios para llevar a cabo la actividad artesanal. En este proceso, la intervención humana debe estar presente siempre, como persona que participa en el proceso de realización y supervisión manual de los productos artesanales, que deberán ser únicos, no producidos de forma industrial ni en grandes procesos en serie”.
Pero, ¿qué es la artesanía para Bonwe?. Podemos contestar rápidamente y de forma concreta a esta cuestión, ya que ha sido siempre una parte indivisible de Bonwe, uno de los proyectos con más repercusión y efectos sociales, profesionales y educativos; una parte sin la que nuestra ONG, perdería un pellizco de su esencia. En Bonwe, pensamos ciertamente que, aunque no haya experiencia previa, cualquier oficio puede aprenderse, y profesionalizarse con el tiempo, más aún si se trata de oficios manuales en los que las habilidades físicas y mentales tienen una gran cabida. Esto se demuestra fehacientemente, en los casos en los que se da protagonismo a la recuperación o mantenimiento de tradiciones u oficios ancestrales, y principalmente en las zonas rurales, en las Bonwe centra su actuación.
En Bonwe contamos con el escenario ideal para el desarrollo artesanal, pero aún así hay que estudiar con detalle y de forma personalizada, cada lugar, los habitantes, los recursos humanos, económicos y organizativos, las alianzas para el logro y sobre todo las necesidades y realidades del entorno. Por eso en Bonwe llevamos trabajando desde hace dos años en Vegas del Genil, de forma totalmente artesanal con un equipo de voluntariado muy reducido, dedicado a la fabricación de productos, que se están convirtiendo en seña de nuestra identidad y trabajo. Buscamos que haya un porcentaje de entre el 80% y el 95% de materias primas recicladas o reciclables (proceso en el que hacemos partícipes a los habitantes). Queremos que nuestro trabajo de fabricación pueda formar parte en un futuro próximo, no solo de un comercio justo y sostenible con el que podamos recaudar fondos para nuestros proyectos, sino que pueda ser un medio de vida para las personas que atendemos, que pueda ser transmitido de generación en generación, y sobre todo que se pueda adaptar su proceso y los materiales empleados, para poder implementar la artesanía en cualquiera de los países en los que actuamos: España, Senegal y Ghana.
¿Quieres ser parte de esta creación? ... no es tan difícil ni inaccesible como piensas. Si visitas la sección sobre los pilares que dirigen nuestros proyectos Bonwe, descubrirás que la autosuficiencia es uno de ellos. Quizás el más importante, tanto a nivel nacional como internacional. Pero, ¿qué es la autosuficiencia? ¿Cómo se entiende en el contexto actual y de qué manera se ejecuta y se asegura su continuación en el tiempo? Empecemos con algo de etimología. La palabra autosuficiencia une el concepto griego autos (identidad del "sí mismo"), con la palabra latina sufficientia (aquello que es "suficiente", que "basta"). La Real Academia de la Lengua Española lo define como: "estado o condición de quien se basta a sí mismo". En Bonwe, nos gusta verlo desde un punto de vista ligeramente más social. Así, entendemos por autosuficiencia la capacidad de una comunidad para satisfacer todas sus necesidades por sus propios medios, sin depender de agentes externos. En la teoría, la autosuficiencia tiene mucho sentido. Se entiende, se celebra, es deseable. En la práctica, y en el marco de los proyectos humanitarios, la cosa se complica un poco. Existe una fina línea entre crear autosuficiencia y generar dependencia o relaciones de subordinación entre ayudantes y ayudados. Aunque las organizaciones trabajen sin descanso y con buena fe para buscar esa sostenibilidad, en ocasiones las necesidades de una comunidad son tan grandes que la balanza se desequilibra. Por supuesto, hay maneras de evitarlo. Co-crear y co-desarrollar con consciencia y cooperación son las herramientas que usamos para ello. En Bonwe, siempre comenzamos un proyecto haciendo a la comunidad una serie de preguntas: ¿qué necesitáis? ¿Cómo podemos llegar allí? ¿De qué medios materiales y humanos precisaremos para llevarlo a cabo? Para empezar con buen pie, es la comunidad misma la que tiene que proponer el proyecto desde sus necesidades y el contexto que ellos conocen. Nuestra misión aquí es escucharles y después, colaborar con ellos en definir y aportar los medios formativos, materiales y humanos necesarios. Por tanto, no se trata aquí de generar ayudas puntuales, o soluciones momentáneas. Se trata de crear la infraestructura para que estos proyectos puedan ser atendidos por la comunidad una vez haya concluído nuestra intervención. Es decir, buscamos una sostenibilidad temporal, lo que inevitablemente está unido a ejecutar una formación adecuada allí, para hacerlos partícipes. Tomemos por ejemplo nuestro proyecto "Sed de Vida", del que actualmente hemos completado la Fase I , en el pequeño poblado de Boayase (Ghana). "Sed de Vida" nació para dar solución a un problema grave: la falta de agua potable. Todas las aldeas de la comunidad dependen de un río situado a 350 metros de Boayase. Antes del proyecto, este río era la única fuente de agua para el consumo y para el resto de tareas sanitarias habituales. Aunque el agua servía (y sirve) para regar los campos y mantener a los animales, la presencia de parásitos y bacterias hacía que los habitantes contrajeran a menudo enfermedades transmitidas por el agua, como el tifus. En ocasiones, el río llegaba (y llega) a secarse, motivando que la comunidad tenga que desplazarse hasta otra aldea para recoger agua (también sin tratar), pagando un canon por su transporte en grandes garrafas. En colaboración con Agyei, presidente de nuestra contraparte "NGO Bonwe Ghana", se decidió que la mejor manera de dotar de agua potable a la comunidad era mediante la construcción de un pozo. Este pozo funcionaría con energía sostenible a través de placas fotovoltaicas. El proyecto empezó en el 2021 (puedes leer más sobre su desarrollo AQUÍ) y a día de hoy, sigue proporcionando agua saludable para sus necesidades más básicas. Es la comunidad misma la que sigue trabajando en su mantenimiento. Desde Bonwe, por tanto, continuaremos apostando por la autosuficiencia. Porque sólo desde ella podemos ofrecer soluciones sostenibles en aquellas comunidades que lo necesitan.
¿Quieres ser parte de esta manera de ver las cosas? Es sencillo: ¡colabora con nosotros! "Desde el comienzo de Bonwe, tuvimos clara la fabricación de artesanía propia, como factor de empoderamiento del desarrollo social, profesional y personal de nuestros beneficiarios". El valor del trabajo manual en las zonas rurales de España, Ghana y Senegal que atendemos, está presente desde tiempos ancestrales y siempre en total fusión de una u otra forma, con la naturaleza y los materiales o recursos que ésta nos proporciona. La artesanía ha sido y siempre será fuente de información, que nos revela las tradiciones, los medios de vida que han sido parte de la evolución inclusiva y el crecimiento sostenible de los pueblos y sus gentes, significando en muchas ocasiones una seña de identidad que los define como personas independientes, creativas y luchadoras. ¿Por qué no pensar en este oficio, como un medio de desarrollo profesional para ellas?. Durante nuestros dos primeros años de vida, el voluntariado de artesanía de Granada, ha dedicado su tiempo a la recopilación de materiales para ser usados en la fabricación de productos artesanales que pudieran incluir la importante realidad de que "lo reciclado y lo usado", tiene una nueva vida sorprendente y que además de suponer un ahorro en costes muy importante, proporciona la oportunidad ideal para que el medio ambiente y la humanidad encuentren la forma de reconciliarse y trabajar juntos en armonía.
Los aspectos comunes que ligan a España, Ghana y Senegal con el sector artesanal, vienen de la mano del color, las telas, la costura, el hilo, la cuerda, el esparto, la madera, la pintura, las plantas medicinales, las redes artesanales, el barro y la escultura, y la obtención de colores naturales, entre otros. De un sin fin de materiales, cedidos en muchas ocasiones por la propia naturaleza con la que los artesanos y artesanas de oficio que queremos recuperar, viven en casi total armonía.
"Nuestra tienda Bonwe online, será un hecho dentro de muy poco, como parte de la ejecución y puesta en marcha de nuestros programas educativos, profesionales y sociales, en los que proyectos como "El Atelier de Bonwe" y "De Niña a Mujer" cobrarán vida y sentido para todos los que nos apoyáis, comprobando como la artesanía en todas sus facetas, puede ser uno de los medios más bonitos e ilusionantes, inclusivos y efectivos que llevemos a cabo, y con el que consigamos la forma de empoderamiento a través del trabajo, el desarrollo y la recaudación como donación. Crear de lo que parece "la nada" es casi mágico, pero no es imposible. Nuestras #minibonwe son una muestra de ello, pequeñas pero potentes, representan las personas que atendemos en España, Ghana y Senegal. En Bonwe ya tenemos nuestra principal seña de identidad y no es ni será la única. Esto es el principio de todo lo que podréis ver, tocar, incluso formando parte directamente de su creación, porque muy pronto vosotros seréis los protagonistas de la Tienda Bonwe Online.
El 11 de febrero se celebra el Día de la Mujer Médico en recuerdo a Elizabeth Blackwell (1821-1910), la primera mujer en aprobar la carrera de medicina en Estados Unidos a mediados del siglo XIX. Su familia era originaria de Bristol (Inglaterra) pero emigraron a Nueva York buscando nuevas oportunidades. No fue tarea fácil conseguir que la admitieran en alguna universidad, en una época en la que no estaba bien visto por la sociedad que una mujer accediera a estudios universitarios, y menos que se dedicara a la medicina. Primero estudió para maestra, pero después de que una amiga enfermara, pensó que si hubiera sabido medicina podría haberla ayudado. Elizabeth Blackwell no solo ejerció la medicina, sino que dedicó gran parte de su vida a la docencia, en materia sanitaria, a mujeres y niñas. Junto a su hermana fundó un centro de enfermería donde se trataba a las mujeres y a sus hijos en Nueva York. Escribió libros relacionados con la medicina y las mujeres y en la guerra de Secesión Americana tomó parte activa, haciéndose cargo de la dirección de las enfermeras. Viajó a Europa tanto para formarse como para trabajar, y allí conoció a Florence Nightingale. Finalmente fundó una universidad de medicina para mujeres donde ejerció la cátedra de ginecología hasta que se jubiló. Si miramos dentro de nuestras fronteras también hubo mujeres que no lo tuvieron nada fácil para poder estudiar en nuestro país. Dolores Aleu (1857 - 1913) fue la primera española en aprobar la carrera de medicina y licenciarse. Hija del Jefe de Policía Municipal de Barcelona, tenía que ir escoltada a clase. Al finalizar sus estudios, sus compañeros la aplaudieron por el logro conseguido, ganándose el respeto de todos. El 4 de abril de 1882 aprobó los exámenes finales en Madrid y se licenció. Junto a Dolores Aleu, otras dos compañeras consiguieron el título de medicina, pero no llegaron a ejercer: Maria Elena Manceras se dedicó a la enseñanza y Martina Castells murió de sobreparto. Dolores abrió su propia consulta y se dedicó a la educación sanitaria para mujeres en el ámbito doméstico y también escribió textos divulgativos sobre maternidad, salud de los bebés, y de las madres entre otros. Otro ejemplo pionero fue Mary Malahele Xacana (1916-1981) que se graduó en Medicina en 1947 y se inscribió como la primera mujer médico negra en Sudáfrica. Abrió su propia consulta en Johannesburgo y fundó la Liga de Mujeres Africanas Cristianas. Fue voluntaria en el movimiento Anti Apartheid y haciendo un voluntariado falleció de un ataque cardíaco en 1981.
Shirley Victoria Simpson es ghanesa médica bacteriología y se decida a luchar contra enfermedades tropicales desatendidas (ETD). Trabaja en Kumasi en la Universidad de Ghana, e Investiga la lepra, la úlcera de Buruli, y el pian. Es docente para los voluntarios de ONGs sanitarias que trabajan en Ghana y uno de sus proyectos es ser profesora de universidad para animar a las mujeres y niñas para que sean medicas y científicas. En el equipo de Bonwe contamos con personas relacionadas con el mundo sanitario, y sabemos de su importancia. Por eso entre nuestros proyectos la sanidad es prioritaria. No solo para que las personas puedan disfrutar de mejor calidad de vida, sino también para que reciban formación que a su vez sean capaces de dar. Niñas y niños han de tener la oportunidad, como Elisabeth, de poder acceder a estudios en medicina y así ayudar a los que les rodean. Ainhoa González de Alaiza |
Autores- Elena Marticorena (responsable de #equipocomunicación de #bonwe. Archivos
Mayo 2023
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